POR Rekalde, desde Rekalde y para todo el mundo. Este podría ser el eslogan de Lekuak eta lekukoak - Rostros y rastros, el documental producido por el Ayuntamiento para aumentar el legado de este mítico barrio.Los vecinos del barrio se erigen como narradores de la historia de su barrio. Sus vivencias completan un puzzle de momentos que han desembocado en el presente de Rekalde.
Además lo cuentan desde el principio, desde que “vivir en el barrio era como vivir en una aldea aislada”.Las anécdotas se suceden, como esa que decía que más que Rekaldeberri era Rekaldebarro. “Sabian de que barrio éramos porque siempre teníamos el calzado lleno de barro” comenta una vecina.
El Iturrigorri, histórico Club de fútbol de la zona, es el icono de una generación. Los vecinos recuerdan la trayectoria luchadora de un equipo que jugaba en terrenos impracticables, y lo cuentan desde las gradas del campo de hierba artificial en el que juegan hoy en día.
También hablan sin complejos de la “mala fama” que en algún momento ha perseguido a los habitantes de esa parte de Bilbao. Algunos cuentan que ésta venía dada a causa de la “cuadrilla del remache”, una peligrosa banda que incluso,
según cuentan, agredió al hijo del gobernador. A consecuencia de esto muchos vieron a Rekalde como una “ciudad sin ley”. La gente recuerda con añoranza uno de los puntos de encuentro social y de más movimiento: “La bolera”.
Todo esto lo hacen sin perder de vista su faceta luchadora, de barrio unido y con un gran compromiso social. Remar en una misma dirección ha ayudado en muchas ocasiones a Rekalde a superar momentos difíciles.
En la iniciativa han colaborado una treintena de personas, además de asociaciones del barrio, entre ellas el grupo de música Indarra, el coro Arraizpe, la asociación Gazteleku, Kukutza Gaztetxea o la Asociación de Familias de Rekalde. El documental se puede descargar desde la página web del Ayuntamiento, www.bilbao.net, en versión integra y versión resumida.
http://www.bilbao.net/castella/residentes/vivebilbao/publicaciones/periodicobilbao/201005/pag22.pdf
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